Del Son cubano, la Salsa Internacional.

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Posted by Alain León Beruvides. | Posted in | Posted on 20:19



A pesar de que con esta palabra se designan algunos géneros musicales propios de varios países de la cuenca del Caribe, según las historiadores, es originario de las zonas rurales del oriente cubano.


Sin dudas, el género musical que mejor representa la idiosincrasia y cultura cubanas es el Son. La pieza conocida como “Son de la Ma´Teodora”, interpretada en Santiago de Cuba a finales del siglo XVI, se toma como punto de partida para la larga evolución musical que tendría este género en todo el país.

Realmente este ritmo comenzó a popularizarse en las fiestas de carnavales de Santiago de Cuba a finales del XIX. Lo interpretaba Nené Manfugás, y para ello usaba un istrumento de tres cuerdas doble y una caja de madera llamado Tres. Este continúa hoy en uso en los conjuntos y las orquestas cubanas. También en sus origenes, se usó la guitarra, las claves, el bongó, las maracas y el contrabajo, este último es parte de la volución que sufrió este ritmo cuando llegó a la ciudad.
Como otros ritmos cubanos, surgió del estrato social más pobre, sufrió el rechazo de las clases acomodadas y fue prohibido por el gobierno de turno. Gracias a su difusión por grandes de la música como Benny Moré, de extracción humilde, y otros, entró en los salones de bailes más refinado, dio la vuelta al mundo y aun hoy nos define musicalmente en cualquier escenario.


El Son adopta diferentes formas de expresión, según la región de Cuba donde se cultiva: Son Montuno, el más generalizado; Changuí, oriundo de Guantánamo y apropiado por las demás provincias orientales; y el Sucu sucu, identitario de la Isla de la juventud.

En sus orígenes, se interpretaba en cuartetos que en su mayoría provenían de zonas rurales, pero empezada la década del 20, comenzaron a interpretarlo sextetos. Algunos de los cuales fueron muy famosos como El sexteto Habanero fundado en el 1920 y el Septeto Nacional de Ignacio Piñeiro.

Dentro de la evolución que ha sufrido este ritmo a lo largo de la historia, está su fusión con otros ritmos cubanos y el aporte musical que le han dado algunos músicos en su largo devenir. En la década del 30' está la orquesta de Don Azpiazu, que convirtió al Son Pregón de Moisés Simón "El Manicero" en un éxito mundialy en uno de los temas emblemáticos de este ritmo, aún hoy.

En el 40, los conjuntos integrados por 7 integrantes (septetos), con Arsenio Rodríguez a la cabeza, sustituyen a los sextetos. Estos añaden dos trompetas, la tumbadora y el piano. El septeto particular de Arsenio le da otro uso al Tres. Estas nuevas innovaciones en el conjunto, logran una nueva sonoridad en este ritmo.

En el '50, Benny Moré se hace acompañar por su banda gigante, dando un uevo giro al son.

Fusionado con otros ritmos caribeños, el Son es la base principal de la salsa. Ya en la década de los 60' y 70'aparecen los Van Van. Su creador, Juan Formell, incorpora los trap drums, el bajo eléctrico, amplificó los violines e introdujo los trombones de las Charangas cubanas.

TV cubana, el mejor resultado de una disputa comercial.

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Posted by Alain León Beruvides. | Posted in | Posted on 20:15


Luego de haber sido una de las pioneras en el mundo, justo en el momento en que la radio cubana vivía el auge comercial, llega a Cuba la televisión; precisamente como colofón de la competencia entre dos de los más acaudalados empresarios cubanos de aquella época representando a dos compañías trasnacionales: Gaspar Pumarejo, por la Dumont, y Goar Mestre por la RCA Victor.

Mestre llevaba años fabricando un lujoso edificio, en la esquina de 23 y M, en la barriada capitalina del Vedado, previsto como un complejo de radio, cine, televisión y tiendas, al cual llamaban Radio Centro, y estaba inspirado en el Radio City de Nueva York. Pumarejo, por su parte, improvisaba unos estudios de televisión en su propia casa, ubicada en la esquina de Mazón y San Miguel.

Al final, fue desde este último lugar que surcó el aire habanero la primera señal televisiva de producción propia, el 24 de octubre de 1950, emitida por el canal 4, y que fuera una de las matrices en América. Tal acontecimiento se lo anotó la Unión Radio Televisión, propiedad de Gaspar Pumarejo.

Como sucedió antes con la radio, la inauguración de la televisión también contó con una alocución del presidente de la república, entonces Carlos Prío, en directo desde el Palacio Presidencial, lo que constituyó, además, la primera transmisión por control remoto. A esto le siguió un jingle, de la autoría del gran músico cubano Ñico Saquito, promocionando la cajetilla de cigarros Competidora Gaditana. Esa noche, la fiesta sería grande, y desde los jardines de la propia casa llegaría a los primeros televidentes con la presencia de importantes figuras como el mexicano Pedro Almendáriz, y las cubanas Carmen Montejo y Raquel Revuelta; además del propio Gaspar Pumarejo, quien ya era famoso, también, como locutor radial.

El 18 de diciembre de ese mismo año, sería que Goar Mestre viera realizado su sueño, al iniciar sus transmisiones el canal 6 con un espacio dramatizado que escribiera Marcos Behmaras y protagonizara Alejandro Lugo.

Como nota curiosa, hay que decir que el equipamiento utilizado fue desmontado de un estudio en los Estados Unidos, por lo que se consideraba de segunda mano. Claro que el ingenio del cubano y sus ansias de vanguardia le llevarían luego a crear pautas en la historia de la televisión, como el hecho de ser una de las primeras del mundo en transmitir a color.

¡Qué rico Mambo!!!!!

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Posted by Alain León Beruvides. | Posted in | Posted on 20:06


El Mambo es un ritmo genuinamente cubano, producto de una profunda transformación que venía teniendo lugar en la música cubana desde los años treinta, con brotes ciertamente revolucionarios.


En la década de los cincuenta del pasado siglo, el Mambo irrumpía con su novedad en las pistas de baile cubanas y se extendería, después, por todo el orbe; especialmente en México encontraría otros afanados cultores.


Aunque otros nombres le precedieron en el camino de gestación del género, quien estructura realmente el Mambo es el pianista matancero Damaso Pérez Prado (1916-1989), intérprete y compositor quien empezó a estudiar música y a tocar el piano en su ciudad natal.

Hacia 1940, Pérez Prado había decidido componer música sin letra con la intención de llegar a un público más internacional. Así, en el 48 emigró a México, donde desarrolló este nuevo ritmo junto a músicos mexicanos. Sin embargo, fue en Estados Unidos desde donde se difundió a todo el mundo por el éxito que allí alcanzó.

Algunos de los mambos más populares sólo se conocían por un número, como el “5” , recientemente rescatado por el cantante de raíces africanas Lou Bega y nuevamente convertido en un éxito. Otros tenían nombre de mujer, como “Patricia”, “Ana” o “Roberta”. También los había con títulos más poéticos, como “Caballo negro”, “Historia de un amor” o “Aquellos ojos verdes”

Durante la década de 1950 y los primeros años de la siguiente, el mambo tuvo gran difusión en clubes y discotecas de todo el mundo. Dámaso Pérez Prado continuó actuando hasta poco antes de morir en México en 1989.

Se baila el mambo siguiendo un ritmo sincopado, mezcla de música latinoamericana y jazz, y se caracteriza por presentar un tiempo de silencio en cada compás, que se corresponde con una pausa en el movimiento de los bailarines con el fin de acentuar la síncopa (desplazamiento del acento rítmico del tiempo fuerte al tiempo débil del compás). Se baila en pareja, trasladando una pierna extendida hacia adelante o hacia el costado mientras la otra se mantiene en flexión siguiendo el ritmo básico.
Con el paso del tiempo desarrolló tres ritmos diferentes: el mambo sencillo, el doble y el triple. Éste último dio paso al cha-cha-cha, muy en uso todavía en los concursos de baile de salón de América Latina.


Su mezcla de elementos sonoros y orquestales de prosapia norteamericana y la percusión y ritmo básicos de raíz cubana constituyen la esencia de este capítulo trascendental en la historia musical de la isla. Es evidente en esta música la influencia del jazz, especialmente del llamado swing. Su coreografía es muy complicada. Es un baile que se puede ejecutar solo o en pareja. La rapidez de movimientos, la sincronización y destreza danzarias que requería, hicieron difícil su prolongación en el tiempo.

El Areito, el baile cubano más auténtico.

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Posted by Alain León Beruvides. | Posted in | Posted on 20:00



La tradición musical cubana tiene sus raíces bien arraigadas a lo más auténtico de la cultura y la historia de esta isla. Ya los propios aborígenes de Cuba practicaban cierta tradición musical, a la que llamaban Areito.

Eran una especie de rimas o romances que cantaban y bailaban a un mismo tiempo. La inspiración estaba en sus historias cotidianas que eran entonadas en coro o de forma individual por un individuo cuya misión era guiar la danza y/o el relato, que los otros repetían. Se le llamaba Tequina al que asumía tal misión y, generalmente, era un hombre mayor

Para bailarlo, unas veces lo hacían tomados de las manos y otras se entrelazaban brazo con brazo. Así seguían el ritmo del canto con todo el cuerpo, ejecutando algunos pasos hacia delante y hacia atrás. Un areíto podía durar hasta el día siguiente, toda la comunidad reunida, en el centro de la aldea y alrededor de la fogata.

Una muestra que ha sobrevivido hasta nuestros días, se titula “El areito de Anacaona”, dedicado a una relevante mujer aborigen, y dice así:

“Aya bomba ya Bombay
La massana Anacaona
Van van tavana dogal
Aya bomba ya Bombay
La massana Anacaona”

Estará, tal vez, demás decir, que estas composiciones fueron variando desde sus formas más primitivas, con la influencia colonizadora española, y que su huella dejaron en las tradiciones culturales de los campos cubanos.

Lecuona, genio cubano, ¡Universal!!!

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Posted by Alain León Beruvides. | Posted in | Posted on 19:57


Si por algo Cuba ha alcanzado gran reconocimiento internacional a lo largo de la historia, es por sus inigualables valores musicales. Al decir del buen cubano, en esta isla “con solo levantar una piedra encuentras un músico talentoso”. Pero, como en todo, siempre hay personalidades más descollantes, que llegan al punto de la genialidad. Ernesto Lecuona fue uno de esos hombres que se ganaron un capítulo honorario en el tratado de la música cubana.

Nació en una de las villas más auténticas de La Habana, Guanabacoa, donde también vieron la luz otras importantes personalidades como Rita Montaner y Bola de Nieve.
Ernesto Sixto Lecuona Casado, fue el nombre de pila de este cubano, hijo de un periodista español emigrado a Cuba y una matancera. Se dice que a la edad de 5 años ya había ofrecido su primer concierto. De niño acompañó al piano los filmes silentes que se exhibían en el antiguo cine Téstar. A los 12 años presentó a su padre su clásica obra “La Comparsa”, asombrando no solo a este, sino a toda su generación.

A los 17 años alcanza los títulos de profesor de piano y solfeo. Alcanza primer premio y medalla de oro, por unanimidad, en el Conservatorio Nacional de La Habana; tras haber recibido abundantes lecciones de consagrados como el maestro Hubert de Blanck.
Marchó a París a perfeccionar sus estudios musicales y realizó una audición ante el claustro en pleno del conservatorio de esa ciudad. Al fin de su ejecución, el director de aquella ilustre institución le preguntó: “¿Viene usted a perfeccionarse o a ofrecer servicios de profesor?”

Ernesto Lecuona legó un valiosísimo tesoro al patrimonio musical de esta isla. Su composición alcanzó la cifra de 600 canciones, entre las que se recuerdan “Noche azul” y “Siboney”; 70 danzas, varios valses, zarzuelas, sainetes, operetas. Dejando sin estrenar su única ópera “El sombrero de Yarey”. Su música tuvo un papel protagónico en numerosas películas, no solo cubanas, sino, también argentinas, mexicanas, norteamericanas, etc.

Sus amigos más cercanos hablaban de sus inigualables dones naturales, como el relajamiento y la flexibilidad; así como su inolvidable mano izquierda, sobre todo en la interpretación de la danzas.

No solo fue pianista y compositor, también se destacó como Director de Orquesta. Su producción fue marcada por la manifestación de varias características relevantes como su comunicabilidad inmediata, convincente, y a veces hasta obsesionante; su alto nivel de inventiva y creatividad mantenido hasta en sus expresiones más sencillas; la amalgama perfecta de los elementos de la música de concierto con los de las músicas populares de Cuba, España, como si fuera un auténtico español, y de muchos otros países; la originalidad de un lenguaje personalísimo; la dificultad extrema de la interpretación; la intuición al distinguir el momento clima más adecuado en lo musical para expresar alguna acción escénica en lo teatral; y la síntesis en sus obras para teatro, sobre todo en sus zarzuelas, género del que fue uno de los más grandes creadores en la órbita hispánica, y el mayor en Cuba.

Este fue, a su vez, un hombre humilde, sencillo, distanciado de la política, un cubano muy auténtico en sus gustos; sin embargo, hoy en Málaga, España, una calle lleva su nombre. Así fue, por su legitimidad, un cubano universal.

La Reina del sabor musical cubano, Celia, ¡Azúcar!!!

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Posted by Alain León Beruvides. | Posted in | Posted on 19:42


“Azúcar….” Por la expresión muy repetida de este vocablo tan cubano, naciéndole desde lo más profundo de su ser, se reconocerá eternamente a Celia Cruz, llamada por muchos “la reina universal de la salsa”; una de las personalidades más simbólicas de la música popular cubana.

Nació en la barriada habanera de Santos Suárez el 21 de octubre de 1922, Celia Caridad Cruz Alfonso, hija de un fogonero de ferrocarril y una ama de casa. En su adolescencia acostumbraba a visitar los programas radiales donde se buscaban nuevos talentos musicales, y el que en sus venas traía no aguantó más, saltó al mundo a través del programa “La Corte Suprema del Arte”. Allí conquistó el primer premio con la interpretación del tango “Nostalgia”, el cual le diera otro lauro mucho más importante, el encuentro con el público que la comenzaría a adorar para siempre.

Celia traía ya las influencias de sus ídolos: los Hermanos Contreras; la orquesta de Senón Álvarez; los temas de Joseíto Fernández, creador de la Guantanamera; pero sobre todo, la atrayente personalidad de una estrella de la década de los años veinte, Paulina Álvarez.

Seguido a aquel exitoso debut en los medios de comunicación, inició sus presentaciones en diferentes centros nocturnos de la capital cubana, incluso en el más famoso de todos, Tropicana; donde no se permitía, hasta entonces, la actuación de figuras de la raza negra.

Una etapa trascendental en su carrera la vivió en la década de los 50, como voz de la orquesta Sonora Matancera; agrupación que se distinguía por la interpretación de los ritmos negros y daba preponderancia a la trompeta. Fue por entonces cuando comenzó a llamársele “la reina de la Rumba”.

Al trasladarse a México junto a su orquesta tras el triunfo revolucionario de 1959, y aún con la admiración manifiesta hacia esta estrella, Fidel Castro la culpa de desertora. Por lo que en 1961, ya casada con el prestigioso trompetista Pedro Knight se radica en Miami, Estados Unidos. Allí, a la par de su trabajo con la Sonora se vincula profesionalmente con músicos de la talla de Tito Puente, Willy Colón o Johnny Pacheco, lo que la glorifica como “la guarachera de Cuba”.

Así se va convirtiendo Celia Cruz en una de las grandes figuras de la música salsa, con especial brillantez en sus improvisaciones, a la altura de las más reconocidas voces femeninas del jazz.

En lustros sucesivos marca otra pauta en su esplendorosa trayectoria al recorrer el mundo junto a la trascendental orquesta latina Fania All Stars.

Celia grabó una centena de discos, donde se incluyeron temas inmortales como: “Bemba Colorá”, y otros. Recibió dos Doctorados Honoris Causa; en la Universidad de Yale, en 1989, y en la Universidad Internacional de la Florida, en 1992. ´

A la par de su carrera musical, actuó en varias telenovelas y películas. Está demás decir que disfrutó mucho en vida con su estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood.

En varias ocasiones, Celia Cruz recibió el premio Grammy Latino al mejor álbum de salsa, el último de los cuales le fue otorgado por el CD “La Negra tiene Tumbao” en 2001, dos años antes de su muerte.

La radio cubana, entre las primeras del mundo.

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Posted by Alain León Beruvides. | Posted in | Posted on 10:03



Cuba fue una de las primeras naciones del mundo en tener transmisiones radiales propias. Aunque anteriormente se venían captando en la isla la señales emitidas desde los Estados Unidos, y se intentaban algunas desde ella, sin grandes resultados; fue el 22 de agosto de 1922 cuando surcó el éter por primera vez una señal cubana. La primogénita planta radial llevó las siglas 2LC, al ser propiedad del músico Luis Casas Romero (considerado el padre de la radio cubana) y su hijo de igual nombre.
Pero, la inauguración oficial de la radio en Cuba tuvo lugar el 10 de octubre del propio año, para la celebración del aniversario del grito de Yara (inicio de la contienda independentista). Fue la PWX, propiedad de la Cuban Telephone Company, la emisora elegida para tal ocasión, que se produjo en el edificio de la compañía, sito aún en la esquina de Águila y Dragones en Centro Habana. Luego de escucharse las notas del himno nacional, interpretado por la orquesta que dirigía Luis Casas Romero, el presidente de entonces, Alfredo Zayas, pronunció un discurso en español e inglés.
Las primeras programaciones comprendían el estado del tiempo, las últimas noticias, la hora y la interpretación de piezas musicales en vivo. El propósito principal de quienes llevaron adelante las primeras señales, fue su ascenso en las esferas política y social.
Luego de una primera etapa de afición, vino un gran boom comercial. En este periodo, Cuba alcanzó facturas ejemplares, al nivel de los países más desarrollados, como el propio Estados Unidos; de igual modo, sirvió de paradigma para otras radios del continente que recibieron en la práctica su asesoría. La radionovela, así como otros frutos de los radio apasionados cubanos, saldrían de la isla por esos años para inscribirse en la historia de la radio universal.