TV cubana, el mejor resultado de una disputa comercial.

Posted by Alain León Beruvides. | Posted in | Posted on 20:15


Luego de haber sido una de las pioneras en el mundo, justo en el momento en que la radio cubana vivía el auge comercial, llega a Cuba la televisión; precisamente como colofón de la competencia entre dos de los más acaudalados empresarios cubanos de aquella época representando a dos compañías trasnacionales: Gaspar Pumarejo, por la Dumont, y Goar Mestre por la RCA Victor.

Mestre llevaba años fabricando un lujoso edificio, en la esquina de 23 y M, en la barriada capitalina del Vedado, previsto como un complejo de radio, cine, televisión y tiendas, al cual llamaban Radio Centro, y estaba inspirado en el Radio City de Nueva York. Pumarejo, por su parte, improvisaba unos estudios de televisión en su propia casa, ubicada en la esquina de Mazón y San Miguel.

Al final, fue desde este último lugar que surcó el aire habanero la primera señal televisiva de producción propia, el 24 de octubre de 1950, emitida por el canal 4, y que fuera una de las matrices en América. Tal acontecimiento se lo anotó la Unión Radio Televisión, propiedad de Gaspar Pumarejo.

Como sucedió antes con la radio, la inauguración de la televisión también contó con una alocución del presidente de la república, entonces Carlos Prío, en directo desde el Palacio Presidencial, lo que constituyó, además, la primera transmisión por control remoto. A esto le siguió un jingle, de la autoría del gran músico cubano Ñico Saquito, promocionando la cajetilla de cigarros Competidora Gaditana. Esa noche, la fiesta sería grande, y desde los jardines de la propia casa llegaría a los primeros televidentes con la presencia de importantes figuras como el mexicano Pedro Almendáriz, y las cubanas Carmen Montejo y Raquel Revuelta; además del propio Gaspar Pumarejo, quien ya era famoso, también, como locutor radial.

El 18 de diciembre de ese mismo año, sería que Goar Mestre viera realizado su sueño, al iniciar sus transmisiones el canal 6 con un espacio dramatizado que escribiera Marcos Behmaras y protagonizara Alejandro Lugo.

Como nota curiosa, hay que decir que el equipamiento utilizado fue desmontado de un estudio en los Estados Unidos, por lo que se consideraba de segunda mano. Claro que el ingenio del cubano y sus ansias de vanguardia le llevarían luego a crear pautas en la historia de la televisión, como el hecho de ser una de las primeras del mundo en transmitir a color.

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